Uno de los cambios más relevantes en la alimentación que busca darle valor y densidad nutricional quizá sea el del desayuno. En los países de Occidente rompemos el ayuno nocturno de muy mala manera, con panes, mermeladas, huevos, salchichas, tocineta, embutidos, café, yogures y cereales procesados. Es un verdadero crimen contra el organismo.

Todos estos productos son muy acidificantes, llevan una alta carga de proteína animal y varios de ellos se convierten en glucosa, elevando la carga de glicemia en la sangre. Otros son altos en grasas saturadas. Casi todos son muy bajos en agua y fibra, con lo cual promueven la constipación. Una mala forma de iniciar el día, con una pesada digestión luego de una larga noche de ayuno. El desayuno debería ser, por el contrario, una inyección de nutrición y energía. Se podrían elegir, entonces, alimentos similares a los que necesitamos en el resto de las comidas, alcalinizantes y con alta densidad nutricional. 

Aunque suene muy extraño, una buena idea para iniciar el día sería con verduras al vapor, un wrap vegetal, una sopa de verduras, un jugo o una ensalada, pero uno o varios zumos verdes durante la mañana ofrecerían el más alto valor nutritivo.

 

Los zumos o jugos de hojas verdes aportan todo el poder de los alimentos más densos de la naturaleza y llenan de vitalidad a quien enfrenta una mañana de trabajo o deporte. Las hojas verdes convierten la energía del sol en alimento para los seres vivos, aportándoles minerales, fitonutrientes, enzimas, vitaminas y proteínas con alto poder alcalinizante y con muy pocas calorías totales. Un organismo que inicia el día con agua, seguido de zumos verdes, tendrá garantizado el mejor aporte nutricional posible y la química del cuerpo arrancará el día siendo alcalina, con lo cual todos los procesos celulares estarán llenos de salud.

 

La clave es que el componente principal del zumo sean las hojas verdes: lechugas de todo tipo, kale (col crespa), hojas de brócoli, hojas de coliflor, hojas de zanahoria, espinacas, acelgas, apio (tanto tallo como hojas), hojas de remolacha, rúcula, berros y cualquier otra hoja verde que encuentres sabrosa.

Como aderezo recomiendo utilizar limón y jengibre, también se puede usar pimienta cayena. Los zumos verdes mejoran mucho su sabor y su contenido nutricional se amplía agregando alguna fruta como manzana, pera, mango o naranja. Para iniciar con los zumos verdes es recomendable agregar fruta si no se toleran bien los sabores amargos, salvo que se sufra de diabetes o si se tiene alguna enfermedad degenerativa, como cáncer, en cuyo caso es mejor que no haya fruta en el zumo (salvo el limón o la toronja), para evitar el impacto de la glucosa en la sangre. Si no es posible desayunar con zumos verdes, se puede tratar con una sopa de verduras, verduras al vapor o una buena ensalada.

 

Incluso para los niños que pudieran sentir rechazo al color verde, se puede agregar un poco de cocoa y fruta para darle así color de chocolate y un sabor más dulce. Lo importante es que tomen las hojas verdes aun cuando se disfracen con el color y sabor del chocolate que, dicho sea de paso, es también un alimento maravilloso cuando se consume en su forma natural, es decir crudo, sin leche y sin azúcares.

Muchos países en Oriente usan las verduras en el desayuno: sopa de verduras, verduras fermentadas, miso, cereales remojados o fermentados de arroz o avena y fruta. Tener una primera comida baja en carbohidratos simples, alta en fibra, con alto contenido de agua y con alto poder nutricional es un maravilloso regalo para el cuerpo cada inicio del día. A lo largo de la mañana se puede repetir el zumo verde o si no se llega hasta el almuerzo vale tomar una fruta o algún cereal integral natural, y preferiblemente semillas de chía o avena remojada del día anterior para facilitar su digestibilidad y hacerla más nutritiva.

 

Otros cereales que se pueden tomar son el amaranto, la quínoa, el kamut o el arroz; por supuesto cualquier mezcla con estos cereales aportará una nutrición variada y poderosa.

En lugar de leche de vaca para acompañar el cereal se puede usar leche de almendras, de arroz, de avena o quínoa. Si se prefiere darle un gusto dulce se puede utilizar estevia en hojas, xylitol, alguna fruta seca sin azúcar ni conservantes, como los dátiles, o un poquito de miel, en este ordén de preferencia.

Lo ideal para preparar los zumos verdes es hacerlos en una máquina que sea “masticadora”, es decir, que por presión mecánica sobre las verduras arranque el jugo que tienen dentro sin centrifugar los alimentos, como lo hacen la licuadora y otras máquinas para preparar jugos. Las máquinas masticadoras son las mejores para conservar vivas todas las propiedades nutricionales y energéticas de las plantas.

No obstante, preparar los jugos en una licuadora o con un ayudante de cocina es también una excelente alternativa. Siempre será más fácil de digerir el zumo extraído con presión mecánica que el jugo obtenido por centrifugado, por lo que las personas con problemas digestivos deben utilizar este método de manera preferente. La ventaja del jugo sobre el zumo es que contiene una mayor cantidad de fibra, lo cual también hace que sea más saciante y ayude en un mejor tránsito intestinal.

 

Si se ensaya este desayuno durante unas tres o cuatro semanas aseguro que luego no se abandonará. El cambio energético en la digestión y en la salud es en verdad muy significativo. Si se descubre que el cambio en el desayuno es positivo, entonces se puede intentar con las restantes comidas durante el día. Las plantas y no los animales pasarán a ser las protagonistas de la cocina. Entre mayor sea la cantidad de alimentos basados en plantas mejor irá la salud. En el libro «EL PODER DEL ALIMENTO» encontrará recetas completas para iniciar el día con desayunos verdes.